Cada viernes a la noche sentía lo mismo. Que se le volaban los potus del balcón, que se le cerraban las ventanas, que la ropa se le escapaba. El sábado todo empezaba a empeorar. Goteaba la canilla después de lavar los platos al mediodía, el teléfono sonaba solamente entre los sueños de la siesta y de nuevo, pero ahora con peor antipatía, las persianas decidían ser percusionistas. El domingo, ya caótico se llenaba de tierra, la puerta raspaba mil granos de arena contra el suelo, y las pantalla de la tele se veía gris.
El viento norte tenía la capacidad de ensuciarle el pelo en menos de una hora.
El viento norte sabía qué decir para opacar.
Adivinaba qué cantarle para darle alergia y hacerle picar los ojos.
Cómo mata el viento norte, dice la Caro siempre.
viernes, 27 de abril de 2007
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3 comentarios:
siii... peo lo jodido es que el viento norte te vuele los pajaritos... ja...
lindo lindo texto soleada.....
jajajaj. viento norte, viento norte que se lleve el aburrimiento de domingo.
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