martes, 27 de febrero de 2007

Tres fronteras y un millón de pasos.

Tengo la costumbre de contar las cosas, los hitos, de enumerar los botones, las manchas de tu nariz, las espinas de los cactus.

Cuando me puse a contar las espinas del cactus más nuevo de mi hermanito me perdí. Me puse a pensar en lo lejos que estaba ése cactus que casi le traigo de ése otro país agarrado a mi mochila en una bolsita de nylon, robado de un campo lleno lleno de llamas, ése cactucito agarrado de la piedra, aferrado a una vida seca. Después mi mente escurridiza se coló por el tren en el que me dormí, saltó la escalera en la que casi me caigo y se sumó a las voces de los que promocionaban, sin cesar, casani como el lugar de frontera más concurrido.

Una frontera, dos, tres fronteras lejanas.

Volví a casa pensando cuán lejos había estado, qué lejos que estaba mi hermano.
Yo creía que había estado a mil millones de kilómetros.
Después me dí cuenta que la cercanía era cuestión de miradas.

6 comentarios:

Javi dijo...

brindo por eso. por las miradas que nos acercan, los cactus que viajan y los millones de km q quedan por recorrer...

Anónimo dijo...

lo que menos define la cercanía de algo son los kilómetros; la mirada es un buen indicador

maria a secas dijo...

buaaaaaaaaaaaa lloro, hace días que lloro, bonito, muy bonito texto...

salga a la calle conmigo dijo...

la cercanía pueden ser cuestión de miradas, esas mismas miradas que a veces nos demuestran la lejanía..
me sumo a 7avi y brindemos entonces por las miradas, por los kilómetros y por los cactus, que además de ser bellos tienen espinas...
diría ismael, "la esencia mas pura va en frasco pequeño y el mismo recipiente también encierra veneno"...
asumamos el riesgo...
salud!!!

sole (...) dijo...

Che, brindo con uds y con los que están fisicamente lejos o "espiritualmente"? lejos...
gracias por la buena ondaaaaaaaaa.

Solita

Anónimo dijo...

Fui la nube
y la lluvia
y el mar
y quiero ser la tarde
y la muralla
y tú.


claribel alegria
gonnz